lunes, 6 de agosto de 2018

Histórico canillita habla de la transformación de los kioscos de revistas en pequeñas jugueterías y librerías

Un negocio que ha ido mutando con el tiempo.


Los kioscos de revistas se han vuelto jugueterías y librerías. Testigo de esto es Enrique Muñoz, un histórico canillita de Chacabuco. Su puesto sigue funcionando en la actualidad luego de que hace 44 años lo abriera su padre.
Muñoz habla de las claves para subsistir en un mundo donde la Internet y el acceso gratuito a la información parece ser la regla.




Autos de películas o marcas, Turismo Carretera o Fórmula 1. Moldes para tortas, cuchillos de formas variadas, minerales y hasta un metegol para armar. Las obras completas de conocidos escritores. Cursos de cocina y de manualidades. Todo eso se encuentra hoy en día en un kiosco de revistas.

-¿Cómo mantiene la clientela ante el auge de Internet y la continuidad de la televisión?
-Lo mejor de mi kiosco es que tengo más revistas que otros. Yo a las revistas no las devuelvo. Me las quedo. Hay gente que no las puede encontrar y luego se corre la bolilla de que ‘Muñoz las tiene’. A mí me conviene. Lo mismo pasa con los alumnos de la Escuela de Actividades Culturales. Viene uno y luego otro y otro.  Son revistas sobre porcelana fría, tejido, manualidades. Eso me trae más clientes. Hay que buscarle la vuelta al asunto.

-¿Usted abre todo el día?
-No, no abro más todo el día. Sólo hasta las 12.45. Lo que pasa es que me levanto muy temprano porque tengo dos repartos. Primero tengo el diario De Hoy y luego, voy al depósito y hago el reparto de los diarios de Buenos Aires. Estoy cansado. Ya tengo 71 años. Pero hay que entender que la gente anda por la mañana; cuida el combustible que está carísimo. Durante los 15 días en los que no hubo clases, el pueblo estaba muerto. Yo tengo mis clientes, pero en la calle se vio que la gente no andaba porque cuidaba el combustible. Cuando llueve no sale nadie, porque después sale más caro mandar el auto al lavadero. Yo tengo clientes que son doctores, abogados, escribanos. Además, como la Zapiola es una calle que permite salir de la ciudad, los miércoles y los sábados pasan y compran. Los sábados llegan al kiosco las colecciones.

-¿Los kioscos se están volviendo jugueterías con esto de las colecciones?
-Sí, es cierto. Las revistas vienen los miércoles y los sábados. Hay colecciones que son semanales.

-¿Y le envían todos los números de las colecciones para armar, por ejemplo, un auto?
-Hay algunas que están muy atrasadas. Yo le digo a la gente que le vendo la colección pero que si falta algún número, que no se la agarre conmigo. Eso no depende de nosotros. Hay gente que se la juega y sigue la colección.

-¿Usted no puede pedir que le traigan todos los fascículos?
-Antes la distribuidora estaba en Chacabuco. Luego se mudó a Junín. Antes si necesitabas una revista, la ibas a buscar a unas pocas cuadras. Ahora hay que pedirla a Junín. Igual nos las arreglamos. A la culpa de que se corte una colección tampoco la tiene el distribuidor. Las colecciones vienen desde Buenos Aires. Si no le envían las revistas, desde ahí no las pueden mandar a nosotros.

-¿Qué pasa con el aumento de precios de los diarios nacionales?
-Por ejemplo, Clarín sale 46 pesos todos los días, 57 los sábados, y 67 los domingos. Se afloja la venta un poco. Lo que pasa que lo que yo vendo no es una prioridad, algo necesario. Esto es un hobby. La gente primero paga los gastos de la casa, y del negocio. Igual, en Chacabuco se vive diferente que en Buenos Aires. Acá vos salís a la  calle y andás en bicicleta o caminas. Hay empresas instaladas en la ruta que van a buscar a los empleados. Estamos viviendo una época medio jodida pero vivimos distinto que en Buenos Aires. Salís y tenés que tener plata en el bolsillo para pagar el colectivo.

-¿Qué va a pasar con su kiosco una vez que se jubile?
-Ese es el problema. No tengo a quién heredarlo. Mi hijo está bien ubicado; mi hija también. Este kiosco no es fácil. Hay dos repartos a la mañana. Hay que controlar lo que deben los clientes porque yo tengo algunos a los que le cobro una vez al año. Hay que controlar las revistas que te dan y las devoluciones. No es fácil.

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