(Opinión) El 2 de mayo de 1982, la entonces primer Ministro británica Margaret Tatcher ordenó atacar el crucero argentino pese a que estaba fuera de la zona de exclusión establecida. En el General Belgrano, un buque de guerra de grueso calibre construido antes de la segunda guerra mundial, había 1093 hombres, de los cuales 323 murieron, en su mayoría jóvenes de entre 19 y 20 años.
El hundimiento del General Belgrano representa para los argentinos otro hecho trágico de lo que fue el conflicto del Atlántico Sur. Reclamar la soberanía de nuestras Islas Malvinas, hasta el día que vuelvan a ser reconocidas por el mundo entero como argentinas, es el único camino que debemos tomar para que exista justicia por los tripulantes fallecidos y los sobrevivientes del buque General Belgrano.
Mantener vivo en nuestra memoria el merecido recuerdo de quienes murieron injustamente por la orden del gobierno británico es también reclamar para que nuestro país sea todos los días un poco más justo, libre y soberano.
Entre los tripulantes fallecidos en el hundimiento, se encontraban Luis Roberto Díaz y Rubén Darío Caticha, ambos chacabuquenses. Como así también Pedro Correa, sobreviviente de la tragedia. Nuestro mayor reconocimiento a ellos y a sus familias, víctimas de la usurpación y el abuso del poder británico.
Firma: Mauricio Barrientos.
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