viernes, 10 de octubre de 2014

A 14 años de la quiebra del frigorífico La Casera



“Hoy más que nunca estoy convencido que siempre fuimos los que más poníamos el ingrediente a la torta pero al momento de de repartirla sin la constante batalla seremos los que ni siquiera puedan sentir el gusto”, escribió el 26 de diciembre del año 2000 Luis Ardiles en lo que fue el registro de las manifestaciones de trabajadores que sufrieron el cierre del frigorífico La Casera.


En unos días se cumplirán 14 años del principio del fin de una empresa que llegó a tener renombre nacional y de la que hoy ya no queda nada.
En la actualidad Ardiles vende pollos asados en un negocio ubicado en Remedios de Escalada de San Martín y Alvear. En su poder quedó el libro de actas del que fueron extraídas las palabras iniciales. Allí se pueden leer los pormenores de una tragedia laboral que duró cerca de dos meses e incluyó ollas populares, acampes en la plaza San Martín y marchas por la ciudad.
En una de las manifestaciones Ardiles terminó seriamente herido en la pierna por una bomba de estruendo que no levantó vuelo del mortero. Tuvo que ser sometido a distintas operaciones y hasta perdió la sensibilidad en el pie.
“No tengo rencor, tengo indignación porque se cortó una fuente de trabajo importante”, sostuvo Ardiles, y recordó que antes de iniciar las protestas junto al resto de los 70 trabajadores del frigorífico.
“Nosotros facturábamos 18.000 kilos de carne al mes”, comentó, y reconoció que durante los últimos meses antes de que la empresa quebrara, “los viernes nos daban una bondiola y una mortadela para que la vendiéramos y pudiésemos cobrar algo”.
El ahora asador comentó que en un principio se pensó en crear una cooperativa de trabajo para explotar un matadero en Chacabuco o en Rawson, pero la idea nunca prosperó.
Según el libro de actas, el 24 de octubre una comisión viajó a la Plata para reunirse con Aníbal Fernández, que en ese tiempo era Ministro de Trabajo de la provincia. Les prometieron planes sociales de empleo y  “se tocó un segundo tema sobre la posibilidad de formar una cooperativa de trabajo bajo la supervisión de los empleados mismos poniendo a nuestra disposición toda la ayuda y el apoyo económico. Próximamente quedará conversar con la jueza y el síndico para cerrar la posibilidad de obtener las instalaciones”, se puede leer en el documento.
A lo largo de los cerca de dos meses que duró la parte más dura de la protesta, los trabajadores asistieron a distintas reuniones y escucharon ofertas que tampoco se concretaron. Julián Domínguez, quien era Ministro de Obras Públicas bonaerense, era acompañado Darío Golía y Hugo Moro.
El 1º de noviembre de ese año se montó una carpa en la plaza San Martín, frente a la municipalidad. La misma fue desarmada el 26 de  diciembre. Los trabajadores recibieron planes sociales para que tratasen de sobrellevar la situación.
Lo cierto es que la situación nunca tuvo arreglo y se decretó la quiebra de la empresa. Hubo remates de los distintos inmuebles que poseía la firma. Según lo dispuesto por la legislación vigente, los primeros en cobrar fueron los acreedores que habían prestado dinero, y después los trabajadores.
“La lucha de un trabajador se termina cuando se da por vencido”, dijo Ardiles, “y yo no me di por vencido”.
“No perdimos; ganamos la dignidad como trabajadores”, finalizó el ex empleado de La Casera.

(Nota de Cristian Otegui publicada por el bisemanario Chacabuco el 8 de octubre de 2014)

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