Barrenderos que no se ven, recolectores que agrupan bolsas de residuos en las esquinas en determinado horario, y un cronograma de limpieza que se va modificando según reglas que no se conocen, forman parte de la vida cotidiana para un habitante de Chacabuco.
Y no es algo que sufran solamente aquellos que viven alejados del centro, sino de los que también residen en las partes más pobladas.
Llama la atención que los sufren en parte la catarsis de los vecinos sean los perros, de la calle o con dueño, que se alimentan de los residuos.
Hay que buscar cambiar los hábitos al tiempo que exigir que la municipalidad cumpla con los servicios por los cuales abonan mensualmente los contribuyentes.
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