miércoles, 26 de marzo de 2014

Video HD: La casa de los 600 cáctus

“Hace mucho que perdí la cuenta. La última vez tenía 600”, comenta Rodolfo Barros, cultivador y coleccionista de cactus. Ingresar al patio de su casa es como asistir a un jardín botánico especializado en esta especie de planta tan particular. En macetas de todos los tamaños, este viajante, tiene diferentes especímenes con espinas, con hojas, y hasta con pelos, que erguidos, volteados o colgando están expuestos.
Allí se puede ver al blossfelia liliputana, el cactus más pequeño del mundo, que apenas se ve en dentro de la maceta en la que se encuentra; o el Quiabentia verticillata, que tiene tanto hojas como espinas, algo que no es tan raro. “A mí siempre me gustaron los cactus pero una vez yo viajé a Córdoba con mi esposa y en un vivero compré 7. Ahí empezó mi adicción. Cuando me gusta algo, me meto de lleno”, dijo el hombre. “Como yo soy viajante, adonde voy consigo cactus y los traigo. He traído de Salta, Tucumán Córdoba y Catamarca, donde está el más antiguo productor de cactus del país”, agregó. Barros ha expuesto parte de su particular jardín en muestras organizadas por el grupo el Roble del Garden Club. Pero no se ha quedado allí. A pedido de grupos de Carmen de Areco, Arrecifes y Junín, ha brindado charlas sobre el tema en esas ciudades.
Barros comentó que él compra o intercambia los cactus para conseguirlos. “En estoy hay mucha depredación, por el tema del comercio”, reconoció, “hay cactus raros a los que hay que ir a buscarlos a lugares determinados”.
Un ejemplo de esto es el citado blossfelia liliputana, que además de ser chiquito, crece en lugares escarpados de Salta o Jujuy, a los que se llega escalando.
“Todos los cactus son plantas de la familia de las suculentas, pero no todas las suculentas son cactus. Estos últimos se diferencian de las suculentas en que tiene areolas, esas verrugas blancas de las que nacen las espinas”, dijo. “Los cactus son originarios de América”, agregó, “y se están en otros continentes es porque los ha llevado el hombre o los pájaros”.
“Se pueden reproducir por semilla o por esqueje”, comentó Barros y mostró una estantería llena de almácigos donde crecen diminutos especímenes. Muchas veces, el hombre ha tenido que polinizar de manera artificial a sus cactus. Dijo que toca las flores con un pincel para llevar el polen de aquí para allá.
El olor de una flor de cactus está lejos de ser agradable. Más bien es repugnante. Barros tiene una que huele a basura. Esto es así, explicó, porque el insecto que la poliniza es una mosca.
En cuanto al esqueje, Barros acelera el proceso de plantarlo utilizando esmalte para uñas. En este caso, pinta la herida y la deja secar durante una hora. Luego está listo para volver a la tierra. Barros comentó que su proyecto personal es construir un jardín de cactus en el fondo de su casa.
En el propio patio, cerca del corazón de la manzana, piensa colocar toda su colección para que exponerla y ayudar a que se reproduzca.

Artículo publicado en el Diario "De Hoy" de Chacabuco, el martes 25 de marzo de 2014

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