domingo, 5 de febrero de 2012

El periodista Gustavo Porfiri habla sobre agresión a su hijo en la zona del corredor nocturno

En el amanecer del domingo, alrededor de las seis, pasada ya “la noche”, una patota agrede a un menor de 19 años. Fue sobre la calle Andrés de Vera, casi en la esquina con Balcarce. Primero lo golpearon entre tres, después llegaron “refuerzos”. Uno de los agresores portaba un hierro de medio metro con el que le dio en la cabeza al joven, haciéndole tres cortes profundos. Le dieron hasta que se cansaron y se fueron. Una pareja que pasaba llamó a la policía. Otro joven se acercó a socorrerlo. Patrullero, ambulancia, dos detenidos y un internado con traumatismo de cráneo y golpes varios.

Con estos datos yo debería escribir una noticia: averiguar en la comisaría, en el hospital, preguntar en la fiscalía.
Los periodistas necesitamos tener cierta distancia con los hechos (nuestra materia prima) para hacer noticias con ellos. Acá no puedo: la víctima, el internado, el joven que se repone en el hospital con quince puntos en la cabeza es mi hijo.
Emociones y sentimientos cruzados me impiden “alejarme” del asunto y escribir unas líneas relatando un suceso. Bronca, estupor, perplejidad y otras sensaciones más.
Algo raro me pasa: estoy en el lugar donde estuvieron otros padres quienes, para mí, cuando les pasó, eran parte de la noticia.
Ahora sé qué sintieron cuando -a las seis de un domingo- les avisaron que el hijo estaba en el hospital. Yo también experimenté esa sensación de ahogo y apuro hasta llegar y verlo.
También aprendí un poco más del trabajo de los servidores públicos: ambulancieros, enfermeros, doctores, policías y fiscales. Hasta hoy, eran “fuentes” que consultaba para poder escribir la noticia. Hoy yo estaba en otro lugar y aprendí mucho viéndolos trabajar con el caso de mi hijo. Entendí más sobre los mecanismos del Estado. Fue una lección práctica de Derecho.
Me quedan algunas certezas y preguntas: “Caí de la palmera” -y me hago cargo- de que vivimos en una sociedad con mucha carga de violencia. ”Esto pasa todos los fines de semana”. ”Recién se fue uno al que le arrancaron un diente”. Ya lo sabía yo, pero, como tenía distancia con los hechos…
¿Porqué sale a la calle un tipo de 27 años con un fierro de 56 centímetros? ¿A qué sale? ¿A divertirse?
¿Porqué ese tipo y otros más paran a un joven que viene solo, caminando, lo increpan, le impiden el paso y lo muelen a palos?
¿Qué va a pasar(o qué hay que hacer) con el “aprehendido”? ¿Quién será el próximo internado?
Agradezco a Dios porque la “sacamos barata” (regalada, diría). Agradezco el personal del Hospital Municipal del Carmen, al personal policial y al personal de la Fiscalía que intervino. Hasta acá, me sentí muy bien tratado en todos los organismos públicos donde tuve que gestionar.

Agradezco a usted que leyó, es como si me hubiera escuchado. Gracias.


Gustavo Porfiri

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