Errasti brindó una conferencia de prensa en soledad, donde admitió que el proceder de la Directora de Bromatología había sido "erróneo", pero que había actuado de "buena fe" y sin tener el objetivo de destruir posibles pruebas.
Lo cierto, es que el funcionario reconoció que el sifón había sido entregado a la empresa repartidora, Ferlam, para su destrucción y salida de circulación. El hecho quedó consignado en un acta que todavía existe.
Por otro lado, el secretario dijo que no se había iniciado ninguna denuncia contra la sodería porque la familia de Rubino no quiso hacerlo, y que no se clausuró la planta de envasado porque no se encontró allí ninguna anormalidad.
Según Errasti, por el momento no hay evidencias que vinculen la recaída de Rubino, el que se encuentra internado en una clínica de Junín, y la ingestión de la soda.
El sifón y el líquido que cargaba no fueron analizados porque no había forma de trazar su circulación, ante la falta de número de lote y de fecha de elaboración. Tampoco en Chacabuco existe la tecnología necesaria para detectar la presencia de sustancias como solventes en el agua.
Errasti consideró que esto se pudo tratar de un hecho aislado y que la población pude seguir consumiendo soda elaborada en la ciudad. Las inspecciones en los lugares se realizan cada 3 o 5 meses, dijo. Lo que se analiza es el agua.
Lo que llamó la atención es que se dijo que en las envasadoras la limpieza de los sifones es externa y no interna, y que no se exige que el envase sea inviolable.
Raquel Rubino, hija del afectado, estuvo reunida el mediodía del miércoles con el intendente Mauricio Barrientos para hablar sobre el tema.
La renuncia de Marité Fernández a la Dirección de Bromatología está siendo analizada.
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